martes, 13 de mayo de 2014

Sex shops, las mejores amigas de una amiga


Visitar una sex shop, a veces, puede sacar de la rutina a más de uno. Algún día de febrero, me encontré con una buena amiga en Centro Plaza para hablar de nuestras relaciones tormentosas. Presentar el status, pues. Comimos un helado y conversamos sobre cómo nos sentíamos. A mi habían dejado de escribirme por esos días y ella sentía que la vida sexual con su pareja no estaba en su mejor momento. Antes de irnos, me dijo que la acompañara a Juegos Eróticos, la tienda de juguetes sexuales que queda en la Villa Mediterránea. Necesitaba encender la llama que consideraba medio apagada. Mientras ella buscaba una ropa minúscula que invitara a su novio a quitársela, yo miraba precios. Increíble que en este país un pene de plástico cuesta dos y hasta tres salarios mínimos con cestatickets incluidos. Ella terminó comprando un liliputiense conjunto rojinegro que le costó el equivalente a medio salario mínimo del momento, pero lo importante no fue lo que gastó, sino el uso que le dio. A los días me escribió que el estreno del conjunto erótico había sido un éxito, traducido al idioma de mi amigo Abel, hubo fiesta en Elorza. Ayer lunes me escribió que se había comprado otro. Pagó por él dos mil quinientos bolívares y me subrayó que al menos una vez al mes se compraría una “putería” de esas. A un promedio de lo que le costó el último, al final de año habrá gastado unos 15 mil bolívares que no son nada cuando de buenos orgasmos se trata. Creo que para ella, la sex shop es ahora una muy buena amiga o al menos una aliada en eso de levantar los ánimos de su novio.  

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